El Gourmet Urbano: Erotismo y cocina

domingo, 18 de octubre de 2015

Erotismo y cocina

Qué aburridos son casi todos los libros de cocina erótica; bueno, para no ser injustos, hagamos alguna excepción y salvemos de la quema el texto de Vázquez Montalbán, Recetas inmorales, que se publicó por entregas en Sobremesa, se recogió después en un libro y que es un manjar para lectores inteligentes...







... Por no gustar no me gustan ni siquiera Íntimas suculencias de Laura Esquivel y Afrodita de Isabel Allende. Son libros poéticos y mágicos, sutiles y bellos, pero servidor, en este momento de su vida, es más carnal, más prosaico y obsceno. Hay tiempos de sonetos y madrigales y otros de lecturas contundentes que te lleven en volandas a mundos brutales y a comidas suculentas como una humeante fabada o un cocidito madrileño. 

El erudito escritor Manuel Martínez Llopis, con el que coincidí en Sobremesa hasta su muerte, como llegó a una avanzada edad y trabajaba como una hormiguita, le dio tiempo de agotar el tema y lo escribió todo sobre la gastronomía y su entorno más cercano. Y cuando digo todo me refiero a todo. No hay nada que el ilustre gastrólogo no estudiase con su lupa de erudito y algunos temas, para más inri, los estudió tres veces. Su libro La cocina erótica es el más completo y también el más plúmbeo, de los que estudian esa colisión brutal de las cosas del comer y las del querer; el texto es tan aséptico, tan riguroso, tan serio, que el firmante, que es un frívolo, lo leyó con interés, pero no le interesó en absoluto. La cultura gastronómica en ocasiones es un martirio, un vía crucis. Una línea de Cunqueiro, Pla o el divino Camba vale por dos docenas de los libros clónicos que en el pasado inmediato se han publicado sobre el tema que nos ocupa; florecen como hongos los recetarios erótico gastronómicos; salen a un mercado glotón e insaciable que los deglute y los defeca en un par de meses, un día los ves en la mesa de las novedades y al mes siguiente en la sección de saldos. Son recetarios que publican vivillos del plagio, trileros de las letras que utilizan la cocina como disculpa y el erotismo como añadido para atrapar incautos. Erotismo y cocina son dos cuestiones apetecibles que solo están al alcance de los gastrónomos divertidos que han amado y comido mucho.


El mercadillo del libro gastronómico es cada día más fecundo. Hasta hace 10 años la mayor parte de los libros firmados por los cocineros de alcurnia estaban escritos a tanto el folio por personas interpuestas, por negros. Hay que aspirar a un futuro mejor, a que todo no valga en esta España de la corruptela, la mordida y el despilfarro. Hay ámbitos, pequeños planetas, diminutos universos en que la inocencia y la honradez tendrían que conservarse intactos, como una reserva incontaminada que sirva de referencia al español del futuro y que al vanidoso que quiera pasar por lo que no es, al farsante que se adorne con sombreros ajenos, le alcanzase al menos la carcajada general, la burla de la buena gente. El curioso lector deberá distinguir que hay jóvenes y magníficos cocineros que escriben y cocinan con donaire y buena mano. Los jóvenes afortunadamente tienen otro sentido de la ética y de la estética. Al gran Abraham García y al polifacético Sacha se han sumado en el último quinquenio cocineros ambidiestros que escriben con la mano izquierda y cocinan con la derecha. Aleluya.

José Manuel Vilabella

No hay comentarios. :